jueves, 6 de diciembre de 2012

Miedos nocturnos

No podía fiarse de ese mar. Era de aquellos que cambian de color, que golpean las rocas súbitamente con sus altas olas, que se llevan consigo almas de marineros que no vuelven jamás dejando tras de ellos un silencio profundo, un silencio maldito de fuerte olor a sal. Esa noche, era negro. Negro, devastador, parecía realmente enfadado, como si le hubiesen robado a su más grande amor. No podía fiarse de ese mar. "Parece estar en calma -pensaba sin siquiera dejarlo de mirar- pero en realidad lo que tiene son ganas de venirme a tragar." Así que decidió no acercarse del todo, sólo lo justo para tocar el agua con los dedos, para acariciar las suaves muertes de sus olas de espuma, para sentir el frío penetrando en sus venas, haciendo que dejara de pensar. El mar, el triste mar permitía olvidar. Pero justo esa noche, parecía gritar pidiendo su tributo. Y él, que siempre había defendido sus furias, decidió por un día no quedarse a observar.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Un profundo pozo



Hay momentos en la vida en los que las cosas se ponen realmente difíciles. Todo se ve negro y parece que el dolor y el sufrimiento no vayan a acabar nunca. Pasan los días, y ves que sigues igual, que tu actitud frente a este pozo en el que te encuentras sumida no varía por mucho que lo intentes. Sientes que vas a morir ahogada ahí abajo, en la oscuridad, arrullada por el frío. Quieres subir, salir a la luz y poder sonreír y hacer alocadas locuras como antes de tropezar y caer. Pero no puedes levantarte. No es que no puedas, no tienes los medios; las piernas te fallan y tus brazos no se mueven por mucho que se lo pidas a gritos. Llega un momento en que tu mente también te falla, deja de querer luchar, prefiere abandonarse, dice "basta". Pero en el fondo sabes que conformándote no ganas nada, y sí pierdes. O eso parece. Es una ardua y constante lucha interna. E interminable. Parece interminable. Pero va a terminar pronto, y cuando menos te lo esperes, podrás salir ahí arriba y brillar, porque llevas mucho tiempo apagada, guardando tu luz para deslumbrar al mundo cuando emerjas de nuevo. Y tú serás el faro de esperanza para otros que estarán aún en el pozo, y desde bajo verán destellos de cuando en cuando que les recordarán que tienen que seguir luchando, que no es el final. No es el final, y lo sabes. Pase lo que pase, llegues como llegues, vas a lograr salir de ahí.

domingo, 11 de noviembre de 2012

"En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende el corazón y lo refrena;

y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena;

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre."

jueves, 4 de octubre de 2012

Un día

Un día
vas a encontrar a esa persona que llene el vacío
que invade tu mundo. Será una persona que te merezca,
que te quiera y se haga querer.
Y cuando la encuentres, dejarás de sufrir.
Porque el miedo será compartido.
Porque el aire no será tan denso.
Porque la rutina se volverá agua
y fluirá sin más dolor que el roce de las rocas.
Y en esa agua se criarán peces,
peces de lluvia
que alegren
de improviso
las horas de silencio.
Y el ruído se quedará mudo.
Y la música llenará tus días.
Y no habrá dolor
que entre los dos
no sea vencible.
Se acabarán las lágrimas que no sean felices.
Y en tus sueños
ya no verás monstruos.

miércoles, 15 de agosto de 2012

¡Maldita sea mi impaciencia!
Mi ansiedad, mis temores, mis deseos,
¡malditos sean todos ellos!
Porque no sé jugar en este juego
de la vida, el amor, el desconsuelo;
no sé jugar las fichas del tablero.
Es un jaque contínuo, un desespero,
un sufrimiento eterno, un desaliento.
Siento que cuando hablo estoy perdiendo,
te me alejas, te agobio y no lo quiero.
Quiero avanzar tranquilos en el tiempo
construyendo el presente intento tras intento:
podemos acertar por una vez, lo siento,
lo percibo en mis huesos, lo preveo.
Pero te necesito, ¡ya lo creo!
¡Que yo no sé jugar en este juego!

martes, 31 de julio de 2012

¿Por qué no puede ser más fácil todo...?

¿Por qué es cruel la triste despedida que separa mi cuerpo de tu calor tranquilo? ¿Por qué, por qué no puedo no quererte? Olvidarte, enterrarte, deshacerme del peso que me causa tu ausencia en días como este... Desaparece, huye, no vuelvas a mi mente si no es para que deje de quererte, para que me permitas dar la vuelta a la página que ya no está en blanco, que vive de tus besos y sonrisas, de tus palabras suaves con que me cautivaste desde el primer momento. Déjame libre, ¡vuela! No quiero recordarte si no puedo tenerte. Me causas las molestias que nadie me ha causado, pues nadie ha habido que supiera verme como tú me has visto. Ni en los días más malos a tu lado pude dejar de sonreir, siempre tenías algo para darme, para compartir, para enseñarme... Gracias por todo eso, pero no puedo seguir caminando si sigues a mi lado cuando el espacio nos separa tanto. Así que vete, deja que siga andando poco a poco por escabrosas sendas, que no serán lo mismo si ya no andamos juntos. No temas, lo que fue nuestro seguirá ahí por siempre, nadie puede robarnos el tiempo ya invertido. El trigo, el rap, el vino, el chocolate... son sólo tuyos. Sube en aquél avión que iba saltando de esrtella en estrella, pide un deseo, ¡vuela! Que yo ya no te miro desde bajo, me he dormido...

miércoles, 25 de julio de 2012

Cuando los recuerdos muerden

Son dias de esos en que tienes algo de tiempo para ti, para pensar y descansar un rato. Aprovechan esos momentos que debieran ser de paz para atacarte discreta, sutilmente, y se meten en tu cabeza por las orejas, por la nariz, o por donde salen las lágrimas. Te atacan al cerebro. Son directos, letales, certeros, saben cuál es tu punto débil y que muros es más fácil atravesar. No se lo piensan dos veces. Así, si estás tranquila un día cualquiera de verano, mientras haces la siesta ellos esperan agazapados para poder colarse en tu memoria. Basta con un pestañeo y los encuentras ahí, reviviendo los momentos más preciados u otros que no lo son tanto. Y los síntomas comienzan a manifestarse: anhelos, escalofríos, música, morriña, latidos acelerados... Tu sistema nervioso se queda a cuadros cuando empiezas a temblar, a sonreír, a llorar incontrolablemente. Tú te sientes atrapada en el pasado, queriendo volver a esos bellos momentos, o deseando que algunos de esos recuerdos se borraran para siempre. Es un instante de tiempo distendido en el que no controlas tus sentidos. Y tan súbita y rápidamente como han entrado, salen en un suspiro y se alejan hacia parajes desconocidos por el hombre, donde quedarán en el letargo hasta otro día tranquilo, cuando menos te lo esperes, en que volverán a vagar por las inmediaciones de tu cuerpo, acechando de nuevo.

domingo, 17 de junio de 2012

Fiebres del sábado noche


Amanece. Las gaviotas anuncian con sus cercanos gritos el principio de un día que está por comenzar. Camino hacia mi casa sin pensar, rechazando las voces que quieren atraparme entre sus cuerdas finas haciendo una maraña de ideas con mi mente. No sé cómo he podido tropezarme de nuevo con esa vieja piedra que prometí esquivar. Y he caído otra vez contra este frío suelo, pegándome de bruces con la realidad que hace que quede triste cuando intento taparla con capas de licor. Los vacíos que acechan no se ocultan con tal facilidad, por mucho que se intente. Pienso que quiero no pensar en ello, levantarme y seguir como si nada, pero como si nada ya no es algo posible. No queda más remedio que curar las heridas que el golpe ha abierto. Escuecen. Se curan con alcohol, del otro tipo. Y mientras cicatrizan, camino. Bajo junto a los coches que llevan rumbo fijo, que tiene dirección. Me guío por carteles, por calles que ya he visto, por colores, por tiendas, más bien por intuición. Miro y no veo nada, reconozco el dolor pero niego tenerlo. Parezco tonta, es cierto. Llego a mi calle y subo, voy subiendo la cuesta hasta llegar al fin a ese triste rincón que dice ser refugio de mis pasos. Escaleras, dos vueltas, bombillas apagadas que me niegan su luz, y mi nido marchito, esperando a que aparezcas tú.

sábado, 16 de junio de 2012

Quiche, pimienta, y un vestido de flores.


Sábado por la mañana. Ya ha pasado casi un año, y no consigo olvidarte. Me visto para ir a comprar. Hace calor, y me pongo ese vestido de flores que tanto te gustaba, ese que te permitía "ver el sol". Tu foto se ríe desde mi pared, me pregunto si debería quitarla... Camino sonriendo por la calle, recordando las compras tan estresantes en el Carrefour; trescientos euros son demasiados... Llego a casa tras una compra corta y aburrida. Me quito el vestido, no quiero que se manche. Me pongo lo primero que encuentro y me meto en la cocina. Esta noche toca cena, y quiche. Hace tiempo que no cocino una quiche. Saco la mostaza de la nevera, y pienso que se está acabando, y debería hacer un viaje a Alemania para comprar más. Sería un buen plan, también se me acaba el Jägermeister. Mierda, no recuerdo cuántos huevos se ponían... Sigo pensando en el verano. Nada ha vuelto ha ser igual desde entonces; me miro, y ya no soy la misma. Me has cambiado. Vale, me he pasado con la pimienta. A ti te gustaba con mucha pimienta, pero no al resto de la humanidad. Habrá que solucionarlo. Haré dos quiches. El mes que viene Lena y Teresa estarán aquí. Será un buen mes, aunque no pueda correr, ni saltar vallas, ni jugar a la petanca... Será un buen y caluroso mes, dudo que llueva. Pero podemos coger autobuses a las dos de la mañana y andar una hora más hasta llegar a casa. O hacer autostop y que nos regalen vodka. O besar motociclistas, qué más da. No creo que el beso de uno de ellos nos salve a ninguna. Buscaremos un lugar desde donde ver las estrellas. No será un campo de trigo recién cortado, o tal vez sí. Pasearemos en bici. Jugaremos al Jungle Speed. No podremos esconder colchones, pero ya encontraremos una alternativa. La quiche está terminada. Y Agosto aún está libre. ¿Y si me voy en Agosto? ¿Campo de trabajo en Agosto? Creo que estoy intentado sustituirte. Pero tu olor no se me va. Hueles a libertad, a alegría, a vida... Tu olor no se me va por mucho que me lave con otros cuerpos. Sigues ahí. Pero no estás. Me pregunto si piensas en mí alguna vez, si mi foto sonríe en algún lugar de tu vida. Pero la quiche ya está lista. Si no la saco del horno se va a quemar.

domingo, 10 de junio de 2012

"Seize the day."


Since the moment I heard those words, I've tried to follow them. I've been doing a lot of things, learning different languages, practising new sports, travelling the world, meeting new people... But is now, after what has probably been the hardest year of my life, that I realize what they really mean.
Seize the day does not involve doing loads of stuff; it means "the stuff you do, do it properly". It means that every little action in your life has to be worth. It means to enjoy every second from every day that comes. It means that you can enjoy all that happens in life with all your senses.
So, from now on, I'll try to really do that.

domingo, 3 de junio de 2012

Esa energía positiva que te invade cuando te das cuenta de que hay ante ti un sinfin de posibilidades.
Hoy va a ser un gran día.
:)

martes, 29 de mayo de 2012


Veo ante mi esa cómoda cama que me hace soñar los sueños más grandes, aquella en la que me refugio cuando quiero huir, ese rincón cómodo y blando en el que reposar unos cansados músculos y una ajetreada mente.
Veo ante mí esa cama vacía, esa misma que desearía que engendrase pasiones y locuras, esa que quiero llenar de vida pero que sólo alberga sufrimientos tristes y oscuros que me asaltan noche tras noche, y de los que me despierto sola, asustada, triste...
Veo ante mí ese nido de miedos que debiera ser nido de infinitos recuerdos...

domingo, 22 de abril de 2012

Regalos de la vida


Aprendí algo este verano. Algo que ha cambiado mi vida de una forma agresiva. Algo que no puedo hacer ahora. 

En Junio del año pasado, una amiga mía de París estaba buscando una persona para trabajar durante el verano coordinando un campo de trabajo. Era una trabajo de tres semanas, mas unos días de preparación del proyecto, mas el tiempo que te quisieras quedar después o antes. Un trabajo absolutamente voluntario, cubriendo únicamente los gastos de desplazamiento hasta el lugar del proyecto. Yo tenía planes, estaba apuntada como voluntaria en otro campo, también de tres semanas, en Estonia, restaurando un molino de agua. Acababa de volver de Estonia de un campeonato de gimnasia, en Tartu. Recuerdo que los mosquitos hicieron un banquete conmigo, me entró alergia, y estuve muy contenta de volver a Barcelona. Pensar en volver durante tres semanas a trabajar en un río hacía que me volviera loca. Así que cuando mi amiga me lo dijo, no lo pensé dos veces y me puse en contacto con la asociación que organizaba el campo. Mi francés estaba lejos de ser bueno, pero podía comunicarme. Después de unos cuantos mails, y de pensarlo algunos días, compré mis billetes de avión para París. No tuve oportunidad de elegir proyecto, pero no me importó. Estaba ilusionada y a la vez asustada. Nunca antes había hecho de coordinadora, y me preocupaba tener bajo mi responsabilidad a 15 personas adultas (o en proceso). Pero fui hasta allá con todas las ganas y la energía que tenía.   

La historia es más larga, pero viene lo importante, la gran sorpresa que me llevé tras un més de convivencia.
Aprendí a compartir. A compartir lo material, a compartir mis sentimientos, a compartir mis experiencias. mis ideas. Y era hermoso. Era hermoso que nada más importara si no se compartía. ¿Qué más daba tener un trozo menos de comida, si podías dársela a otro con más hambre? ¿Qué más daba no tener tiempo para hacer las cosas que a ti te gustaban si podías compartir ese tiempo haciendo cosas que gustaban a todos? ¿Qué más daba no poder hablar si podías escuchar? Todo el mundo hacía lo mismo. Cada uno sacrificaba una pequeña parte de sus intereses, de sí mismo, para poder compartirla con los demás. Y entonces funcionaba. Había momentos de estrés, como en todas partes, pero alguien siempre ponía orden. Había momentos mágicos, en los que se hacía el silencio para escuchar lo que decía la naturaleza. Había lloros, había risas. No era una vida perfecta, la perfección no existe, y si lo hiciera sería aburrida. Pero era maravillosa.

Y ahora, tras unos cuantos meses... nada tiene sentido. La vuelta a la realidad es una dura caída. Y te das cuenta de que en esta ciudad tan grande, cada uno va a su bola. Y quieres compartir, pero no puedes, porque cuando lo intentas nadie te corresponde. Nadie quiere sacrificar nada por los otros, si quieres encajar, has de seguir el ritmo de los demás. Y es un ritmo que yo no puedo seguir, y no quiero seguir. Y me hace sentirme sola, desubicada, como si fuera de otro planeta por no aceptar las normas que se me dictan y querer ser fiel a ciertos principios. Como que la amistad es algo recíproco, en lo bueno y en lo malo; no funciona en una sola dirección.
Y resulta que de pronto, encuentro un sitio en el que soy aceptada, se me valora, y encajo con todas mis "rarezas". Porque todos son raros camuflados en una sociedad de locos. Raros que juegan con espadas a matarse pero que comparten mesa a la hora de cenar cada Jueves. Y me siento acogida, me siento en casa, me siento feliz. Y esta panda de raros, son la que hace que quiera quedarme en Barcelona al año que viene, y al otro, y unos cuantos más. Aunque los locos sean más y tenga ganas de marcharme ya.

miércoles, 18 de abril de 2012

A little step

Cuestan las palabras que nunca se han dicho. Son díficiles de pronunciar, aunque seas capaz de escribirlas, de pensarlas, de articular un discurso con ellas en tu cabeza... decirlas duele. Duelen hasta el punto de abrasar el alma, de bloquear el resto de cosas bellas que nos rodean. Es como si no quisieran salirsenos del pecho, lugar donde han anidado durante mucho tiempo, y, al intentar expulsarlas se aferraran con uñas y dientes a nuestras arterias, desgarrando todo aquello que encuentran a su paso. Y la garganta quema, y las lágrimas flluyen, y parece que todo tu mundo se derrumba en un instante. Pero al conseguirlo, al aliviar la presión del pecho, poco a poco vas volviendo a la normalidad. Y cuando consigues respirar pausadamente, tranquila, sientes el vacío que han dejado. Un vacío que podrá llenarse de nuevas y buenas experiencias, de las que acarician, de las que hacen surgir las lágrimas cuando las recuerdas de tanta belleza que encierran. Y cuando lloras así, todo tiene mucho más sentido.

lunes, 13 de febrero de 2012

Y toda la culpa es tuya.
Por hacerme descubrir que se puede ser feliz en esta vida, y luego arrebatármelo.

domingo, 5 de febrero de 2012

Una gran nube negra

No encontrar una tierra en donde hundir los pies y dejar crecer raíces. Necesidad imperiosa de buscar, buscar, seguir buscando. Sin poder, sin saber parar para dejar que te encuentre tu destino. Una gran ola que crece y te golpea cuando piensas en la tormenta. Te aturde, te marea, y te deja en un estado de ensoñación equiparable al de una gran nube negra, intranquila pero quieta, esperando que el viento sople en alguna dirección con tal de cambiar su rumbo hacia lo que tal vez sea un lugar mejor.
Dejar atrás lo que parece que de algún modo empieza a funcionar. Y que la tristeza aparezca repentina, súbitamente, como siempre lo hace. El miedo a la locura. El miedo a la incertidumbre. El miedo a no poder controlar tu entorno. A no poder controlarte a ti misma.
Y una gran nube negra...

viernes, 20 de enero de 2012

Seguir soñando

Es bueno saber, poder sentir, que incluso cuando las cosas van mal y parece que todo se derrumba, una sonrisa puede aflorar a nuestro rostro. Es bueno poder reir, disfrutar, y sentirse vivo.
Es bueno seguir soñando, mantener nuestros más profundos deseos como las brasas que no se apagan, cuidarlos. Hasta que un día, no sabemos cuándo, revivirán las llamas y estos sueños se cumplirán. Es bueno recordar que se puede ser feliz con poco.

martes, 17 de enero de 2012

Slow motion

¿Sabes esa sensación de que la vida va demasiado rápido y tú no puedes seguirle el ritmo? Tu cuerpo parece pesar más que el del resto de los humanos, y simplemente, no puedes avanzar. Cada paso requiere un esfuerzo enorme, una gran fuerza interior para poder levantar un pie, luego el otro, y así hasta caerte muerta del cansancio. De ver que tienes un ritmo diferente y que no lo controlas. Y la gente te azuza diciendo que te des prisa, que te centres, que no llegas, que hagas algo para poder ir más deprisa. Pero no eres capaz. No es que no quieras, no eres capaz. No sabes hacerlo, porque tú, ahora mismo, eres esa persona lenta que no tiene los medios para cambiar. Aunque quisieras. Simplemente no puedes.

domingo, 1 de enero de 2012

¿Dónde está el espíritu navideño?
No hay luces en la calle, no hay árbol ni belén, ni siquiera hace frío. No se oyen villancicos ni existe un compartir, sólo se discute absurdamente. Las fiestas navideñas me dan ganas de vomitar.
Cuando era pequeña tenía fe. Y daban igual las riñas, porque era Navidad, y eso quería decir que la paz y el amor venían al mundo.
Pero ahora, sólo veo guerras a mi alrededor. Y no existe el amor. Sólo el deseo. El amor no es correspondido. El niño Jesús te quería siempre aunque la cagaras contínuamente. Te haces mayor, y si cometes un error se va todo a la mierda, dejan de quererte.
Es Navidad, y estoy sola. Aunque la casa esté llena de gente no puedo compartir.
"Estoy agotada. Y tú... odiarte es lo más agotador de todo. No quiero odiarte más..."