jueves, 28 de enero de 2010

El mundo del teatro

Algunos días me doy cuenta de lo difícil que es esto, y entonces me vienen a la mente preguntas del tipo "¿Quién me mandará a mi meterme aquí?", o "¿Estoy haciendo lo correcto?", o "¿Merece la pena tanto sacrificio?". Creedme señores, que esto me pasa con frecuencia. Son muchas las inseguridades que nos creamos, y muchas las resistencias que oponemos cuando algo nos resulta complicado, nos cuesta. En ocasiones somos capaces de afrontarlas con un par, pero en otros momentos nos sentimos incapaces, frágiles y vulnerables. La cobardía se impone ante todo lo demás y nos bloqueamos. Y es una mierda. Es una mierda porque no estás agusto con lo que haces, y lo que antes era la mejor profesión del mundo se convierte en un tormento, en una lucha constante por salir a flote de nuestra propia tempestad.
Jodido, ¿no? Quizás os preguntéis por qué no abandono cuando me pasa esto, por qué decido seguir y "alargar el sufrimiento". Hay algo en este mundo a lo que llaman confianza. Se puede perder de vista la confianza en uno mismo, por supuesto, forma parte del aprendizaje. Pero si cuentas con alguien que te apoya, que está ahí día tras día, siguiendo tus pasos, haciendo que luches con garras y dientes por la causa, dándote aliento cuando realmente lo necesitas, y alimentando las ganas por seguir adelante..., es entonces cuando todo lo anterior deja de importarte. Porque sabes que vas a conseguirlo, que sí, estarás jodida unos días, te resistirás, te darás de hostias y te pegarás cabezazos contra la pared y todo lo que tu quieras. Pero la satisfacción de después, el poder decir "lo conseguí" o "lo estoy consiguiendo", el saber que todo el esfuerzo invertido, las noches sin dormir, los moratones, las agujetas y todas esas cosas han valido la pena, es algo que, yo, no cambio por nada.

Así que mañana voy a trabajar como una burra, y el fin de semana otro tanto de lo mismo. Y el lunes, con el taller, os vais a cagar.

lunes, 25 de enero de 2010

¡Por Fin!

Llevo meses esperando, y al fin voy a poder ir... ¡¡A PARIS!!
Que sí, que ya había estado, pero pasarse medio día enfrente de la estación de Montparnasse y otro medio en la parada del autobús no cuenta. Así que me voy y voy a recorrerme todas las escuelas de teatro que encuentre, y voy a hacer muchas fotos, y a gritar y a decir "fuck" a todas horas, y a practicar francés.

Ahora mismo, soy feliz.

domingo, 24 de enero de 2010

Todología

Historia, literatura, carpintería, costura, pintura, anatomía, biología, traducción... Y luego nos llaman actores ¡¡como si no hiciésemos nada!!

miércoles, 20 de enero de 2010

Maravillosas bibliotecas las nuestras...

Ultimamente me ha dado por creiticar a las instituciones públicas. Lo siento, trato de no hacerlo, lo juro, pero es que me es inevitable. Y se lo buscan a pulso.

Al fin, después de DOS SEMANAS, se han dignado a reponderme desde la biblioteca pública de Valencia. Qué decir, la verdad. El problema del libro no me lo han solucionado, aunque debí expresarme mal, porque no les ha quedado muy claro que esa obra no está en ninguna otra biblioteca, y que según el catálogo, en la suya sí que está, aunque luego no aparezca. ¿Cómo pueden perder un libro y no darse cuenta? Y lo que es más, ¿cómo puede importarles tan poco que ni se molestan en buscarlo? ¿Y cuál es la solución que me dan? Que pida un préstamo interbibliotecario. Definitivamente, no me han entendido. A ver, señores, que NO está en otra biblioteca. ¿Piensan que si no me hubiera tomado tantas molestias? Pues no, hubiera ido a buscarlo donde fuera, en vez de hacer infinitos viajes a su biblioteca para ver si aparece por arte de magia después de haberlo buscado por toda la sala, libro por libro. Pero aquí todo el mundo se lava las manos. ¿Qué más les da a ellos que no se pueda leer a Ghelderode? Tampoco creo que haya mucha gente que lo demande, pero esa no es razón para menospreciarlo.

martes, 19 de enero de 2010

Investigación

¡¡¡Dioooooooooos!!! ¿¿¿Por qué no soy millonaria y puedo hacer las cosas como es debido???

El caso es que la obra que nos traemos entre manos, "Escorial", a pesar de ser muy corta es una pasada. Pues bueno, aquí una empieza por buscar información sobre la época en que está ambientada, el lugar, los personajes... Y de un día para otro se ve entre manos con más de veinte libros para leer sobre el tema, los cuales, obviamente, te remiten a otros veinte mil más.
Y además de los veinte mil veinte libros ya mencionados, tenemos todo el tema de la escenografía y el vestuario, que hay que informarse y hacerlo por tu cuenta. Pero eso no es todo; como aquí a la señora no le mola el tema de la historia, pues ha ido a toparse con la biblioteca que tienen en la Universidad de Valencia, donde el sábado estuvo leyendo un ejemplar publicado hace 300 años.
Ahora se está muriendo por escaparse un fin de semana al Monasterio del Escorial, pero el presupuesto es bajo bajísimo, con lo cual es poco probable que pueda hacerlo.

Y puestos a pedir, no estaría mal contar con tres o cuatro años más para seguir investigando, porque ¡¡me encanta!!

domingo, 17 de enero de 2010

And suddenly, I realized: the only thing you need is someone that believes in you and makes you feel the same. Once you have that, it will be fine. And you will take another step through...

viernes, 8 de enero de 2010

Qué bonito

Genial. Puedo calificar mi dia sólo con esa palabra (léase con tono irónico, por favor). Hoy tenía el día "libre". Eso significa que no tenía que ir a clase de teatro, pero que debía quedarme la mañana encerrada en casa investigando sobre la obra con la que vamos a empezar a trabajar. Bien, pues como no tenía que desplazarme podía quedarme una hora más durmiendo en mi cama, cosa que me hace bastante falta, sinceramente. Pues no, mi señora madre se ha encargado de levantarme con su maravillosa y elevada voz, a pleno chillido de "levántate y ayuda, que me tengo que ir". Pues mira, te levantas antes, que que yo no tenga que irme no significa que no tenga nada que hacer. Así que con la tontería de la ayuda me he pasado hasta las once recogiendo cosas y limpiando en casa. Magnífico.
A las doce menos cinco he salido hacia la biblioteca de la uni para sacar algunos libros, con tan buena suerte que el autobús que tenía que coger se he ido en mis narices. Pero bueno, he cogido el metro, he llegado, he sacado los libros, he ido con mis compis a un par de librerias a buscar uno de los que no hemos encontrado (y no estaba), y me he ido a clase de alemán, lo cual, la verdad, ha sido una auténtica pérdida de tiempo.
Esta tarde, ya en casa, he seguido buscando información sobre la obra en cuestión, y también me he puesto a buscar el famoso libro de Ghelderode, "Sortilegios". Pues después de llamar como a unas quince librerías de Valencia, muchas de ellas de libros viejos (éste es del 92), lo he encontrado. Como podeis imaginar, me he puesto a dar saltos de contenta, y tras asegurarme de que estaba en la biblioteca y estaba disponible, he ido en su busca.
Pues tócate los huevos, porque el libro no estaba. Aparecía como disponible en la base de datos, pero no estaba en su estante, y el hombre lo único que me ha dicho es que no podía hacer nada. Pues señor, vale, pero es su biblioteca, alguna manera tendrán de encontrarlo, ¿no? Y si no la tienen, ¡ahí que me voy a robar libros!
He vuelto a casa cabreada, y cuál ha sido mi sorpresa al descubrir que el supuesto colchón nuevo que hoy me traían no estaba abierto, pero el viejo se lo habían llevado. Y es que son tan hábiles que los han traido de 180 cm en vez de 190. Que mi somier es de 180, pero da igual, porque me voy a poner la habitación nueva dentro de poco (espero) y las camas que hacen son de 190. Así que a mi madre no se le ocurre otra cosa que ponerse a discutirme sobre las medidas de los diferentes modelos de camas que se fabrican. Qué quieres que te diga, ahora mismo esa una de las cosas que menos me importan en el mundo; acabo de llegar a casa, de mala leche, sin libro, sin haber hecho lo que tenía que hacer, y encima no hay nada para cenar porque no te has dignado a bajar a comprar confiando en que a mi me diera tiempo.
Pues mira, si no hay comida, no cenaré, y si no hay colchón, no dormiré. Total, no hay mejor forma de acabar este día.

sábado, 2 de enero de 2010

Rata de biblioteca.

Imagina esto. Un muchacho y una muchacha; él rico, ella pobre. Casi siempre es la muchacha la que no tiene dinero y así ocurre en la historia que estoy contando. No hizo falta que hubiera un baile. Un paseo por el bosque bastó para que ellos dos se cruzaran en sus respectivos caminos. Hubo una vez un hada madrina, pero el resto de ocasiones no apareció. Esta historia trata de una de esas ocasiones. La calabaza de nuestra muchacha es solo una calabaza, y la muchacha se arrastra hasta su casa después de medianoche con sangre en las enaguas, violada. Al día siguiente no habrá un lacayo en la puerta con zapatillas de piel de topo. Ella lo sabe. No es tonta. Pero está embarazada.

No os voy a decir de quién es la historia, pero si tenéis interés imagino que con googlearlo bastará. Si en cambio, como yo, sois unos lectores empedernidos, creedme cuando os digo que mejor así; y si alguien quiere alguna otra referencia solo tiene que preguntarme. Y ahora permitidme que siga con mi entrada.

Estas vacaciones están siendo algo extrañas. Nunca me había sentido tan niña y a la vez tan vieja. Por un lado, se están pasando demasiado rápido (igual que los años, igual que los años...), imagino que en gran medida a causa del cansancio que llevo acumulando desde finales de Noviembre, y que ha decidido manifestarse en forma de horas de sueño y un extremo cansancio que me impide estar activa cuando me levanto. No es que la situación me resulte especialmente agradable, todo lo contrario, me repatea no tener fuerzas para hacer nada. En cambio, es esta misma situación la que ha vuelto a despertar en mí un desmesurado y renovado interés por la lectura.
He de confesar, que a pesar de lo que me apasionan los libros, últimamente los he tenido algo abandonados. Más o menos desde hace dos años, el curso del selectivo. Fué entonces cuando decidí leer menos y estudiar más, así que muy a mi pesar, abandoné mis libros en un plano secundario. Ese mismo año, me regalaron por reyes bastantes más de los que esperaba, y, a regañadientes, los coloqué en la estantería para empezarlos cuando tuviera tiempo. Pasó el selectivo, y tras él el verano más deprimente de mi ya no tan corta vida, periodo que transcurrió entre entrenamientos y subastas de la universidad. Y después de eso, farmacia y teatro. El hecho de llevar dos carreras a la vez, junto con los entrenamientos y el trabajo, no ayudaba mucho a mi polvorienta estantería. Acabó el curso, acabé la uni, y me pasé dos merecidos meses y medio de vacaciones (aunque otras personas dudo que los llamaran así). Y este nuevo curso, entre todo lo que he tenido que leer para clase, los idiomas, los ensayos, y todo eso de lo que os hablo siempre, mis libros siguieron tan abandonados como durante los años anteriores. Pero bueno, me estoy yendo por las ramas.
Decía que estas Navidades me han devuelto algo, algo que empecé a cultivar muy de niña, algo que me encanta y me llena de ilusión: las historias. A causa de esa abrumadora sensación de cansancio, hace tres noches que opté por sacar uno de estos volúmenes de su lugar en el estante. Que decir sino que esta misma mañana lo he cogido de nuevo, tras haber leído unas cuantas páginas los días anteriores, y no he podido soltarlo hasta dar con el final. Y que decir sino que me muero de ganas por empezar con otro. Pero la viejecita en mi interior me dice que debo ser lo suficientemente responsable como para ocuparme también de mis obligaciones. Algo de razón si que tiene. Pero no prometo nada.