lunes, 25 de octubre de 2010

Cuando estaba triste, metía la mano en el bolsillo y aparecía en ella un pequeño espejo. "Sabes..." -me decía- "siempre me han dicho que no era posible lo que deseaba, que dejara de soñar y abriera los ojos... ¿Para qué? ¿Para que querría alguien abrir los ojos si no puedes cambiar lo que ves? Cuando siento que algo parece imposible es... como intentar tocar las nubes: sabes lo altas que vuelan y tú solo eres un simple humano..." "¿Y entonces qué haces?", pregunté. "¿Entonces? Entonces hago bajar las nubes..." Y, poco a poco, mientras daba la vuelta al espejo, acercó la mano y las tocó.

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