martes, 16 de diciembre de 2008

Luego volvimos a casa, cada uno por su lado. Y como es lógico, nos distanciamos muchísimo. Lo tuyo con ella acabó. Y yo me sentí mal, porque era mi amiga, y a la vez aliviada, porque significaba que podía pasar algo. No puedes hacerte a la idea de lo mal que lo pasé. Pero bueno, la vida seguía, y comenzamos con un segundo de bachiller que nos dejaba muy poco tiempo libre, además del que ocupabamos en otros quehaceres, llámense teatro o gimnasia rítmica. El caso es que verte fué prácticamente imposible, exceptuando algunas ocasiones. Pasaron nuestros cumpleaños, fechas en las que supuestamente ibamos a quedar todos juntos, pero nunca lo hicimos. Llegó el verano, y de nuevo decidí hablar contigo. La tarde había sido perfecta, y quedábamos tres para irnos a casa. Probablemente, tu no te dieras cuenta de que mi intención era hablar contigo a solas, con lo que pillaste el primer taxi que vino, cosa que me tocó las narices. Otra oportunidad a la mierda. Yuju!! Así que te mandé un mensaje, bastante claro, me parece. Y a ti te sorprendió. Hay que joderse, encima va y se sorprende. Intención la hubo, de quedar para hablar y eso, pero faltó tiempo. Con los ensayos, no tenías ni un minuto libre, y quedaban pocos días para que te fueras al otro lado del charco. No podía pasar otro mes sin decirtelo. Y tú, pesado, pretendiendo que te lo dijera por el messenger, o por el teléfono. Ja! Anda que si que eres cutre a veces, si, el de las tortillas envasadas...
Te fuiste, volviste, te volviste a ir, y no nos vimos hasta dos días antes de empezar el curso. No podía decirtelo, ibamos a trabajar juntos y eso no podía interferir.

Y el primer día que nos quedamos a comer, va el otro y me suelta que si me gustas. Touché.

No hay comentarios: