jueves, 22 de julio de 2010

Poemas en el tejado

Quizá sea este cambio de aires que se avecina, quizá sólo sea que mi búsqueda aún no ha dado resultado, quizá sea el tiempo, quizá el destiempo... Pero el caso es que tengo ganas de llorar durante días enteros, de llorar mientras miro al infinito de un mar gris e intranquilo y lleno de tantos peligros como el futuro que se divisa ante mí. Siento que mi pecho no soporta la tristeza que le invade, provocando una presión que sólo puede escaparse por mis ojos, en forma de pequeñas gotas que formarán surcos en la historia de mi rostro. Siento que me gustaría poder llorar en el hombro de alguien, pero no de cualquiera, de ese alguien que me espera y con el que aún no he tenido valor de reunirme. Aquel al que no he sido capaz de mirar a los ojos por lo que pudiera desvelarle, con el que mi desconsiderado egoismo no ha sido capaz de compartir los miedos.
Estoy tan asustada de mí misma que me inmovilizo sin poder crecer, estancándome en este océano de incertidumbre.
Y quiero que cambie.
Y tengo una gran aventura por delante para hacerlo. No, dos grandes aventuras.
Sólo espero saber aprovecharlas.

No hay comentarios: