martes, 30 de agosto de 2011

Fin del verano

He vuelto. Después de dos semanas y media en Irlanda.
Dos semanas que me han llenado de energía positiva. En las que el tiempo no ha sido importante y las horas se median por el hambre y el sol. En las que he podido disfrutar de la alegría y las ganas de descubrir de cuatro pequeñajos que me vuelven loca. Dos semanas llenas de momentos inolvidables.
En este tiempo, aún así, también han habido momentos decaídos. Cuando los recuerdos y añoranzas eran más fuertes. Después de unos cuantos de éstos, me dí cuenta de cómo superarlos.
"Abre los ojos"
Si era capaz de seguir estas instrucciones, y no siempre era fácil, todo cambiaba. Sólo con mirar a mi alrededor, ver ese verde que invade el paisaje, escuchar el viento golpearme los oídos, e impregnarme del olor a salitre... ¿Cómo se puede estar triste teniéndolo todo?

La tristeza también es opcional, algunas veces. Llega un momento en que uno puede elegir seguir triste o no, y eso depende de cada uno. Si quieres seguir lamentándote o si quieres seguir adelante.
A mi me ayuda Irlanda. Me ayudan los pequeños y me ayuda mi mamá. Me ayudan los profes y los estudiantes. Me ayuda la gente que saluda por la calle sin conocerme. Y todos ellos me ayudan sin saberlo. Pero la mejor ayuda, ¿no es aquella que viene cuando no se pide?


Este verano, de nuevo, me ha cambiado. Y he descubierto que todo lo que necesito está esperandome ahí fuera. Pero soy yo la que tengo que levantarme e ir a buscarlo. Y os digo una cosa, no me pienso quedar sentada.

No hay comentarios: