sábado, 12 de junio de 2010

En luna nueva

Un papel con un número de teléfono. Alguien, un amigo al que conozco poco, que viene y me lo ofrece, acompañado de un sincero: "si necesitas ayuda, sólo tienes que pedirla" Una casa antigua, llena de recuerdos del pasado y de secretos ocultos hasta ahora. Pero llega el momento de volver a ese lugar y con ello se evidencian los problemas de uno mismo, las luchas internas. Se hacen tan obvios que dejan de ser secretos para serlo a medias. Ella se entera de lo que me pasa y preocupa, ella le pide que me dé el papel, y sé que ella me va ayudar a luchar. Si quiero tomar el riesgo, claro.

Una energía abrumadora, capaz de moverlo todo, de hacer que las cosas fluyan como desee. Si quien la tiene es capaz de decidirse a utilizarla.

Una ciudad en llamas, un presagio de muerte, unos pequeños seres del fuego y de la noche, que la invaden cual quimeras.

Un cielo sin luna, oscuro, en el que reina la incertidumbre del futuro. Un renacer, un signo de evolución, de aceptación, de crecimiento personal y de fé en uno mismo, de confianza.


Nunca más debo a dudar de mí misma. Nunca más voy a hacerlo.

Y ahora, lo siento. Me he comportado fatal, con una falta de madurez enorme y os he hecho pasar un mal rato, lo sé. No sé si lo de ayer salió bien o mal, pero salió. No fué un gran desastre ni una maravilla, eso lo tengo claro. Podría haber ido mejor. Pero ¿sabéis qué? Ya no me importa tanto. Lo realmente importante es lo que he aprendido en el proceso, y ha sido algo inmenso.
Ahora puedo confiar. Esa gilipollez que se había apoderado de mi mente ha sido desterrada en el exilio. Y confío en lo que he hecho, y en lo que hayan visto en mí.

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